martes, 29 de diciembre de 2009
El cochino de Manara
Milo Manara se ha convertido en el referente mundial para el dibujo erótico, sus trazos son limpios y de una exactitud impensable, su obsesión con el cuerpo femenino se ha traducido en una manera propia de entender a los personajes de sus historias: las mujeres que dibuja siempre tienen cuerpos perfectos (según los cánones griegos/occidentales), pechos redondos y opulentos, cinturas pequeñas, caderas generosas, piernas largas y torneadas, rostros de rasgos delicados como narices diminutas y rectas, ojos grandes, labios carnosos, cabellos largos, sueltos y enrulados.
Sin embargo sus mujeres perfectas tienen cabida sólo en los mundos que Manara les crea, no son mujeres críticas y nunca reprimen su sexualidad, en eso mi abuela tenía razón, gran parte de los argumentos de este italiano bien podrían ser guiones de películas pornográficas de bajo presupuesto. Esos mundos creados como pretexto para mostrar mujeres hermosas son muy variados, pueden ser muy urbanos como en algunas de sus más famosas obras como “El click” (que tuvo cuatro secuelas) o “Strategia della Tensione” o pueden ser muy alejados de la realidad cotidiana como en “Guilleveriana”.
Los mundos creados por Manara no sólo son lugares en los que existen mujeres de moral distraída, en algunos casos el espíritu rebelde de este italiano sale a relucir y crea historias muy críticas como “Telerompo”, “El rey mono” o su versión sobre una de las familias más poderosas en la historia de España e Italia: “Los Borgia” que se basó en el guión de una de las mentes más raras de Chile, Alejandro Jodorowsky.
Manara sigue produciendo historias para cómic, pero su actividad central ahora ha retornado a su primigenia actividad laboral: la ilustración publicitaria pues trabajó como ilustrador de afiches para muchos productos, incluidos los de un par de películas del genio de cine italiano Federico Fellini. A razón de esos trabajos, Fellini y Manara juntaron sus talentos en dos series de historietas con guiones del primero que no llegaron a la producción cinematográfica.
Milo Manara posee un talento único y más allá de lo que puedan pensar nuestras abuelas sigue produciendo obras maestras del cómic para personas con criterio formado que gusten de ver dibujos realistas del cuerpo humano.
La guerra y el Paz
Daniel Paz le hace honor a su apellido y gran parte de su obra gráfica reflexiona en torno de la estupidez de la guerra, de hecho el gran aporte de los humoristas gráficos a nuestras vidas, más allá del entretenimiento (que nos hace más pacíficos, per se) es ayudarnos a pensar nuestros roles en los problemas que a todos nos incumben.
Argentina le ha dado al mundo algunos de los nombres más importantes en la historia de la historieta: Oesterheld, que hizo la serie “El Eternauta” y que colaboró con uno de los más grandes de mundo en la creación de “Ticonderoga”: Hugo Pratt, Dante Quinterno que dio vida a dos personajes que acompañaron a muchos bolivianos durante dos décadas: “Patoruzú” e “Isidoro Cañones”, Joaquín Salvador Lavado Tejón, más conocido como Quino que nos regaló a “Mafalda” y miles de historias latinoamericanas, Roberto Fontanarrosa que fue padre de “Inodoro Pereyra” y de “Boogie el Aceitoso”, por mencionar sólo algunos de los más importantes de un largo etcétera.
Paz es argentino y pertenece a una nueva generación de dibujantes e ilustradores que han heredado la visión crítica del entorno, la reflexión inteligente de los problemas que nos rodean y la claridad y talento para mostrarnos lo peor que tenemos, somos y hacemos con humor y sencillez.
El humor de Paz es sencillo, pero muestra un trabajo anterior muy profundo y casi erudito; en sus tiras cómicas se leen sus pasiones: historia, literatura, filosofía, psicología, cine, ciencia y mucha información. Su serie más exitosa se ha convertido en su libro: “F. Mérides truchas 1” y es una visión cómica, pero muy reflexiva sobre la historia de la humanidad. Daniel Paz mezcla, en esta serie, hechos verídicos con juegos de lenguaje y combina como nadie lo había hecho futuro, pasado y presente con una mirada integradora e inteligente.
En este breve libro se encuentran, por ejemplo, a Evo Morales, el quinto Beatle, tocando quena y siku, a Bernardo el copo de nieve gritando alarmado por el calentamiento global a un grupo de norteamericanos preocupados porque el bombardeo a Irak no comienza (en la sala adjunta George W. Bush intenta, sin éxito, contar regresivamente desde el diez), al director de la película 300 discutiendo con su asistente sobre cómo se puede hacer que sus personajes se vean más afeminados que con sus ajustados pantaloncillos de cuero (uno de ellos sugiere una capa roja).
A lo largo de su carrera Paz ha ido creando personajes y series que son portadores de inquietudes particulares: Pedro y Rael, creadores del humor ironí, Zoociología que versa sobre temas animales y, desde 1999, la tira Andy & Sidharta, serie que aborda el pensamiento de un niño, Helmut, el musulmán rubio, además tiene la serie Oh my God! En la que el mismo Dios se anda preguntando cosas sobre religión (que es el tema del que menos sabe).
En la página web que él administra se encuentran selecciones de tiras cómicas, ilustraciones y animaciones que valen la pena ver, existe el enlace al blog del autor (webujos, les dice a esos dibujos) y hay una sección con descargas. En ese sitio, también, se pueden leer los homenajes que Daniel Paz les hace a quienes considera maestros, esto sólo demuestra lo que alguna vez me dijo mi padre: sólo los humanos muy grandes saben ser humildes.
martes, 24 de noviembre de 2009
sábado, 25 de julio de 2009
lunes, 20 de julio de 2009
Blanquiñoso extemporáneo
Él suele decir que llegó a todo tiempo y lugar tarde. No cabe duda de que eso es mentira, Alfredo Bryce Echenique sabe llegar, pierde su tiempo quien espera que no llegue en Abril. Siempre llega. Y a tiempo.
Alfredo es el mejor aliado para quienes viven lejos de su país pues sabe bien lo que se siente, escribe desde aquella idealización que da la distancia de su(s) tierra(s); tiene la capacidad de hacerte desear conocer
Manongo Sterne vive el amor de su vida con Tere y no quiere llegar a su internado en Abril. Carlitos Alegre quiere llegar a su casa para poder hablar con la uniformada servidumbre; Susan, con su encantador mechón de pelo sobre la frente, no quiere llegar a casa desde los cócteles y el eterno golf de su hermoso marido. Max Gutiérrez y Felipe Carrillo llegaron. Martín Romaña no quiere llegar de tantas ciudades, sobre las que tiene que escribir guías de viaje, tampoco quiere llegar a esas pesadas reuniones de escritores en París en las que seguro está el insoportable escritor Alfredo Bryce Echenique. Julius llega a su mundo y al piano con delicioso olor a monja que está en su exclusivo colegio. Todos son personajes de novelas de Bryce y capítulo aparte merecen tanto la presencia de los boleros, como los nombres y apodos de los personajes “echenequianos” (el Cholo José Antonio Billinghusrt Cajahuaringa, “tres a cero” Jordán, “Most Excellent and Hornorable Matron”, Lelo López Aldana y Amat, Manongo Sterne Tovar y Teresa, entre cientos más).
La eterna pregunta de todos los que lo entrevistan es cuán autobiográficos son sus libros, pero leyendo “Permiso para vivir”, el primer tomo de sus “antimemorias”, queda todo despejado, la vida de Bryce está en sus novelas, de hecho él mismo dice que “ficción y realidad son territorios con límites difusos”.
De niño, el travieso Alfredo, contaba a sus anonadados compañeros de colegio que su padre era un famoso corredor de autos que le permitía viajar en la cajuela durante las competencias, la complicidad de su madre confirmó delante de los incrédulos la fantasía del soñador. Ese niño es el que plaga sus novelas. Alfredo nos lleva de la mano por el camino hacia nuestra infancia, y allí llegamos sin darnos cuenta de la duración del viaje.
Seguro que él quisiera seguir jugando fútbol como cuando era niño y jugaba en un equipo el primer tiempo y el segundo en el contrario y es que para él no existe el contrario, en cada uno de sus libros juega los tiempos con todas las camisetas que puede.
Bryce Echenique no quiere llegar a Madrid desde París y sin embargo ha vivido allí casi quince años, no quiere llegar al Perú desde Europa y ahora pasa mucho tiempo allí, llega a Cuba cuando ya ninguno de los escritores del “Boom” quiere ir; llega a la universidad más antigua de América, izquierdista y morena, a estudiar leyes, llega blanquiñoso y más hijo de gerente del banco más importante del Perú que nadie. Llega al hospital a tiempo para mostrarle su título de abogado a su padre. Y luego de terminar de estudiar letras llega a
La clave de la escritura de Bryce está en la escritura de Bryce, el estilo oral del limeño nacido en 1939 es único; el cubano Guillermo Cabrera Infante con su “Tres Tristes Tigres” logra acercarse a la oralidad habanera de los años treinta y su segunda novela, todavía más oral, es “
Con un departamento siempre ordenado, puntual y metódico a la hora de escribir (en computadora y corrigiendo a mano) prefiere el aislamiento perfecto para sembrar sus novelas: generalmente una isla y rodeado de mucha literatura y música. Escribe varias horas al día y hace bastante deporte.
El humor está presente en toda la obra de Alfredo Bryce Echenique “no puedo escribir sin reírme un poco” dice y cuenta que el humor es su herencia familiar, que las reuniones de su familia materna siempre fueron divertidas y que en su casa no tuvieron una buena relación con la realidad, “somos gente un poco sobrepasada por los acontecimientos y reaccionamos mediante el humor”. Hace unas semanas, en un cafecito de Buenos Aires y sin bigote, Bryce me dijo que, salvo Cortázar y Cabrera Infante, nadie había escrito con humor durante el “Boom”, “así como no hay una novela escrita por una mujer” y que los escritores latinoamericanos, salvo algunas excepciones, se toman el oficio de escribir con demasiada circunspección, a pesar de eso para Bryce está claro que los escritores del sur del río Bravo, después de “Boom”, son los herederos de la tradición cervantina de una escritura que, a través del humor pueda contarnos dramas que nos duelan menos.
Todos sus personajes tienen ese sentido del humor que oscila entre lo despreocupado e inocente y lo tragicómico, sin embargo sus páginas están llenas de tristeza. Una melancolía que va junto a un desencanto eterno, todos sus personajes están signados por ellos. Son personajes que “detestan molestar. Entonces actúan casi en la sombra, llegan con cara de que ya no tardan en irse: no quieren pesar, ser invasores de la realidad del otro sino ser llamados: en ese momento están siempre disponibles”. Bryce tiene la capacidad de contarnos profundos dramas desde el humor que translucen personajes y situaciones.
Llegando a su Lima todo el tiempo, llevándonos a tiempo para llegar a nuestra casa, esa que él nos ha construido y en la que no extrañamos nada y nos divertimos mientras nos cuenta las vidas y desamores de esos oñoñoy, hojitas de té y blanquiñosos que viven en el limeño San Isidro; nos cuenta la vida de esos gemelos que se visten para querer pertenecer a esa clase que los visita en su enorme Daimler negro con chofer. Huachafos cholos que viven apiñados, las historias siempre adolescentes de quienes descubren que el amor duele y que el mundo también duele y cómo duele ¿no?
jueves, 16 de julio de 2009
Periódico Vs. marraqueta
El periodismo narrativo para Jaime Iturri
La primera vez que charlé con Jaime Iturri nos enfrentamos con un plato de chicharrón (bien nomás) y un par de cervezas en el “Cochabamba”, ese clásico restaurante paceño a unas cuadras de la Pérez Velasco. Todavía era director de El Extra, periódico que él creó “para que la cholita tenga su periódico” hacía Iturri-Carri con Lorenzo y tenía un programa cerca de la medianoche en la tele.
Jimmy, alto y robusto, tiene una sonrisa sincera, una vasta experiencia como comunicador y una enorme biblioteca en la cabeza. Me acuerdo que en esa primera charla me contó, con una alusión a su estatura, cómo fue a nacer en México: “mis padres estaban de viaje, decidieron hacer un alto en el camino… y me hicieron a mí”, pero para Iturri La Paz es La Ciudad; es la que lo llama a recorrer sus calles en trufis y a pie. Es mágica, dice y la conoce más que bien.
Este incansable comunicador trabaja con una fundación que apoya el desarrollo de los pueblos en la amazonía boliviana, es lector empedernido, un activo periodista que nos desmenuza la información en la tele, es responsable de varias de las compilaciones de cuentos que ha publicado Alfaguara Bolivia, bolivarista hasta la pared del frente y dedicado padre de familia.
Mientras me arrellano en su despacho, él se quita la chompa y despacha al tiro un par de cosas de su oficina para dedicarme tiempo. Charlamos casi toda la mañana sobre el periodismo narrativo. Aquí una parte de esa charla:
Willy Rocabado: ¿Cuál es el origen del periodismo narrativo?
Jaime Iturri: Tal vez los primeros ejemplos incluyan a Defoe (en 1700), que narra la peste en Londres y sin cuyo relato no se podría saber cómo fue esa época. Si tú ves lo que son las crónicas y los reportajes vas a ver muchísimo trabajo literario; no en vano todos los grandes escritores latinoamericanos, desde Borges hasta Cortázar, pasando por José Martí y Roberto Arlt, han sido en algún momento de sus vidas periodistas y han escrito. Esto sucede por las grandes posibilidades que tiene el periodismo literario como forma de construcción, donde no interese solamente el qué se dice, sino cómo se lo dice. Para esto el periodismo ha tenido que recurrir permanentemente a prestarse armas, herramientas de trabajo, de la literatura. En Estados Unidos este uso se ha llamado nuevo periodismo pero, en realidad, en América Latina ya era un periodismo bastante practicado; si, por ejemplo, lees las crónicas de Gabriel García Márquez vas a encontrar muchísimos elementos de ese manejo.
WR: ¿Cuáles son esas herramientas?
JI: La creación de suspenso, es decir de picos de tensión (atención) que mantengan atrapado al lector. Como dice el Álex Grijelmo: todos los días, cuando llega el periódico a tu casa y estás tomando desayuno se origina una pelea entre la marraqueta y el periódico: sólo una noticia sensacionalmente escrita (y muy importante) le va ganar a tu necesidad vital de comerte la marraqueta. O lees el periódico o morfas la marraqueta, pero para hacer posible eso se necesita un trabajo minucioso sobre la palabra.
Otras herramientas son el uso de la descripción, el uso del diálogo, la estructura como un hilo conductor donde importa obviamente el principio e importa muchísimo el final. Éstas son estructuras sacadas del cuento y de la narrativa en general.
Entonces, si lees a Tom Wolfe ya tienes una idea del periodismo narrativo, si lees “A sangre fría” de Truman Capote tienes otra idea, si lees “La canción del verdugo” o “Los ejércitos de la noche” de Norman Mailer vas a tener otra idea de lo que es el periodismo narrativo.
Hay un trabajo de Tomás Eloy Martínez que tiene las premisas principales del periodismo narrativo
WR: ¿El que hizo para la Fundación para el Nuevo Periodismo…?
JI: Sí, ese trabajo es muy cortito, pero ahí están las ideas centrales de lo que es el periodismo narrativo, su idea, la idea central de nuestro compañero Martínez está en que sólo la literatura va salvar al periodismo escrito.
WR: ¿Cómo se encara una nota de periodismo narrativo, operativamente hablando? Es decir ¿todas las notas pueden comenzar con una entrada en vez de con un lead?
JI: Yo creo que es un problema de combinación. En un periódico no puedes tener sólo notas de periodismo narrativo, necesitas también notas de pirámide invertida cuyo surgimiento tiene que ver con: una técnica para poder recortar y conforme la publicidad aumenta puedas capar párrafos y con un momento en que las comunicaciones se hacían pues se perdía mucho de la información. En medio de todo eso la pirámide invertida se convirtió en la reina absoluta. Sin embargo hoy la pirámide invertida ya no es suficiente para hacer sentir al lector que está dentro del hecho, hoy día con la televisión y la radio gratuitas, debemos redefinir lo que son los periódicos.
WR: Y ¿cómo hacemos que el periódico pueda brindar algo más de lo que pueden la televisión o la radio?
JI: No hay actitud más militante que sacar plata de tu bolsillo para comprar el periódico, todo lo demás es bla bla, pero cuando tú pones la bolsa ya ahí estás realmente metido. La única respuesta es que el periódico te va a dar en profundidad y en análisis lo que no te puede dar la televisión, es decir, mientras la televisión es un medio que ataca la sensibilidad de las personas, el periódico puede, además, atacar la razón, por eso un periódico es mucho más elaborado, tarda más tiempo, contiene mayor información. Ahora, tenemos que hacer que esta información sea lo más atractiva. En determinado momento los periodistas descubren algo que los literatos habían descubierto hace mucho: uno no solamente lee para informarse sino también para disfrutar, hay un placer en la lectura.
Tú puedes hacer una lectura sociológica de un texto y encontrar cómo ese texto, esa novela o cuento te describe esa sociedad o un momento de esa sociedad o de un grupo social, pero eso tiene que estar combinado porque sino podría ser, también, un panfleto que hace lo mismo con cierto gusto estético. Una vez más, aquí no importa solamente el qué; sino también el cómo.
WR: Sin embargo, para algunos sigue importando solamente el qué…
JI: Los formalistas rusos dicen que lo único que importa es el cómo, otros dicen que lo único que importa es el qué, pero yo creo que ambos son importantes, forma y contenido. El contenido va a delimitar la forma que vas a colocar, pero la forma puede destruir el contenido si es que no le das una forma adecuada. Determinadas informaciones se prestan para hacer una más amplia interpretación y para eso vas a requerir algo más que la pirámide invertida y vas a recurrir a los formatos básicos del género interpretativo: la crónica y el reportaje que tienen la ductilidad y la grandeza de permitirte narrar historias, comenzar con historias de vida cotidiana y hacer lo que hacen fundamentalmente los seres humanos desde hace 10.000 años pues no es cierto que el oficio más antiguo del mundo sea la prostitución, el oficio más antiguo del mundo es el nuestro, el de un viejito sentado frente al fuego contando y recontando ideas.
WR: ¿Por qué no se hace más periodismo narrativo en Bolivia?
JI: Porque requiere una mayor investigación. No es poner la grabadora nomás (como hacen los que cubren Palacio de Gobierno) y luego escribir “declaró”, “manifestó”, “agregó finalmente”. No, tienes que investigar más pero, el periodismo narrativo requiere, sobretodo, de un superior trabajo de la palabra: ya no estamos hablando sólo de una técnica sino de un arte. De quinto básico para arriba cualquier ser humano puede escribir una noticia en pirámide invertida, es una técnica muy sencilla. No es lo mismo hacer un reportaje porque presupone un conocimiento del leguaje superior y un manejo de la belleza. Así como no todo el mundo puede pintar un cuadro, no todo el mundo puede describir con palabras a, través de algo tan estrecho como es el lenguaje escrito (tan rico por un lado y tan estrecho por otro), una situación y ser capaz de crear imágenes en la mente de las personas para que puedan estar ahí, hacerte sentir que tú estás al interior de ese trabajo.
La charla no termina allí, pero creo que este resumen contiene su esencia. Luego, en la tarde, subo a Cota Cota para conocer su casa que está a la misma altura que la plaza Murillo, según me cuenta. Detrás de Jimmy, bajo las gradas con una mezcla de curiosidad y respeto a su biblioteca personal, de lejos, la más grande que he visto en mi vida: es un pequeño departamento en el que los llenos estantes (¡89 metros lineales llenos de libros!) fungen de paredes, tiene más volúmenes que la Universidad Católica en Tupuraya. Ya sé lo que pudieron sentir Hansel y Gretel cuando vieron la casa de chocolate. Luego de un tour, retomamos algo de la charla de la mañana, pero me despido antes de lo que quisiera, no quiero quitarle más del tiempo que le tiene prometido a su hija menor.
Werner Aureliano
Don Werner Aureliano Guttentag
Están limpiando los estantes y libros de la librería para el traslado y el ambiente es relajado a pesar de que la situación en la calle es tensa. La librería se está trasladando, otra vez y Juanjo, que trabaja casi seis años con don Werner, bromea sobre la costumbre de los problemas sociales.
Mientras veo los estantes vacíos vienen a mi mente la antigua ubicación de esta librería, donde ahora funciona una perfumería que llena la esquina de la Heroínas y España de un pesado aroma dulzón; me acuerdo de don Juanito bajando libros de los altos estantes que estaban frente a la entrada.
La antigua sucursal estaba en la esquina de la General José María Achá con la Ayacucho donde ahora venden zapatos; la inaugural novedad de la sucursal en las Torres Sofer. Recuerdo también la rara sensación que me provocó la primera vez que vi la sucursal en Santa Cruz en una céntrica calle y su vieja construcción casi cúbica, casi hermética, casi fuera de lugar. Me acuerdo también de la sucursal en la zona sur en La Paz, frente a una pequeña placita, siempre me ha parecido la más tranquila de las sucursales pero, por algo que todavía no descubro, la más fría.
Salimos de la librería y nos sentamos a charlar un café que don Werner promete bueno. Cumple. Con una lucidez que cualquier político envidiaría (y todo boliviano agradecería) comenta la situación social del país, preocupado como cualquier otro boliviano pero el tema recurrente en sus charlas es la piratería y el daño que le hace a la industria editorial nacional. Hablar con este cochala por opción es un regalo a la inteligencia, don Werner es generoso con lo que sabe. Y sabe mucho.
Tocamos el tema del lenguaje y sus vericuetos, reclama por las nuevas reformas al idioma alemán “son ridículas, no pienso ni siquiera revisarlas” le gustan los retruécanos y me muestra, en un mail impreso, un texto que alguien hizo con unas posibles modificaciones a nuestro idioma. Hilarante. Otra digresión: su apellido significa, literalmente, Buendía, ¿tendrá algún parentesco con los Aurelianos de Cien años de soledad?
Con muy buen humor y llenas de sorpresas transcurren nuestras charlas. Me cuenta que una vez y luego de una conferencia que dictó Antonio Sánchez de Lozada, hermano del ex presidente, se le acercó y le dijo “ahora me siento mejor, usted también habla tan mal como yo”. Don Werner se ríe de su acento “Es el colmo cómo hablo el español, después de 80 años, miles de libros entregados, cientos de libros publicados, hablo como un súper gringo. Yo entro a un taxi y el tipo me pregunta en qué hotel quiere usted estar”, los taxistas le ofrecen tours por la ciudad. “Un acento tan idiota” ríe.
Una vez más mi memoria me deja y se va, otra vez, al lado de don Juanito: una vez le pedí que me busque unos libros que había publicado un bisabuelo mío, le dije que eran viejos y el se ofreció a realizar la pesquisa en “la ferretería” ¿Dónde? Pregunté y me explicó que le decían así pues era el lugar en el que guardaban esos “clavos” que nunca vendieron y de los que no se podían librar. Me acuerdo también de alguna vez que don Werner me mostró, entre risas, sus tarjetas personales de presentación:
Bisabuelo.
Las familias de don Werner
La puerta corrige al visitante, no se está entrando a una casa, sino a dos. La que queda delante alberga a don Werner y a doña Evita y a los ocasionales nietos y bisnietos que visitan a la pareja que lleva más de 46 años casados. Al lado derecho de la construcción hay otra de similares dimensiones, una casa de dos pisos que alberga a la otra familia de los Guttentag: los libros. A la entrada un par de estantes, con libros de viajes y turismo, flanquean una espiral ascendente, la escalera sube hacia la derecha y la pared de la izquierda es un estante lleno que sube hacia las varias habitaciones que contienen toda una vida dedicada a los libros. El Edén de cualquier Eva o Adán lectores. La única habitación con llave guarda incunables y está resguardada por fotografías y caricaturas en los escasos vacíos de las paredes.
Sus hijos y nietos (no tan prolíficos como los Buendía) están contagiados de bibliofilia, así como mucho del personal que hace posible que una librería siga funcionando en Bolivia: mi amiga Jenny, José, don Salustio, Juanjo Fofo, Carmencita, Ana Paola, doña Cory, Anita, Cris, Eli, Edgar, Rubén y mi tocayo Willy, por mencionar sólo algunos.
Ya no existen las sucursales de la Heroínas ni la de la General Achá, la librería central se ha trasladado a la España, frente al Teatro Achá, don Juanito murió hace unos cuatro años, mi tocayo se fue a Milán a probar suerte, no he vuelto a las librerías que la firma tiene en La Paz ni a la de Santa Cruz, pero don Werner sigue trabajando, pero además sigue charlando cafés con todo aquel que quiera aprender algo más sobre la vida.
lunes, 13 de julio de 2009
El héroe del Sur
Inodoro estuvo al lado del Negro hasta poco antes de su muerte hace dos años, pero ambos nos siguen cuestionando sobre las cosas esenciales de la vida desde las páginas que dejaron.
El trazo de Fontanarrosa refleja su forma de encarar la vida: un relámpago de creatividad que con un humor, cómplice con el lector, analiza las sociedades de acá (en el sur latinoamericano), nos retrata como somos y nos ayuda a reírnos de eso, a pesar de ello.
Inodoro es un gaucho que vive debajo de la línea de pobreza y sus posesiones son lo que lleva puesto, un poro para el mate, una daga y una agilidad mental que le permite zafar de cualquier situación con la dignidad de quien se toma la vida con la seriedad que se debería: ninguna. Cuando le preguntan cómo está responde “mal, pero acostumbrau” y anda buscando la manera de no trabajar.
Fontanarrosa es considerado, por muchos, como un referente en la literatura argentina, esto era inaudito para un humorista, peor todavía, para un humorista gráfico, sin embargo el Negro demostró con personajes como Inodoro Pereyra que se puede contar una realidad cruel para muchos desde la dignidad y con recursos lingüísticos propios del lugar sin buscar referentes externos o muy elaborados, como cuando Eulogia le dice, señalando las alpargatas viejas “o ellas o yo” Pereyra le contesta: Busque otra forma más sutil pa decir que me abandona.
Tal vez por eso fue que Roberto Fontanarrosa fue el encargado de abrir uno de los eventos académicos más importantes en la reflexión sobre el idioma: el Congreso de la Real Academia de la Lengua y lo hizo de la mejor forma posible, es decir haciendo reír a los asistentes a un acto que siempre ha estado marcado por la seriedad. ¿Qué causó tanta gracia en la disertación del Negro? Simple, Fontanarrosa se refirió a las malas palabras y comenzó preguntando si eran malas porque les pegaban a las buenas, que quién definía la bondad de una palabra e hizo una relación entre el fracaso de la revolución cubana y la falta de énfasis que genera el acento centroamericano en la pronunciación de las malas palabras.
Como buen latinoamericano, Inodoro hace las veces de doctor, psicólogo, psiquiatra, consejero, abogado, árbitro y solucionólogo general de quienes le rodean, sobre todo de sus animales: está en una constante y franca pelea con los loros que le quitan el escaso maíz que siembra y podría cosechar; media en las discusiones que tienen el chancho Nabuconodosor y Mendieta, el perro; ahuyenta a las hormigas con discursos para evitar que se lleven lo poco que queda de azúcar y pelea con cualquiera que lo venga a acosar con trabajo; le tiene pena y asco a su sobrino Serafín, que es la vergüenza de la familia, por ser vegetariano.
El humor que Fontanarrosa pone en Inodoro Pereyra tiene esa picardía latinoamericana en el uso del doble sentido que le damos al lenguaje, pero además la capacidad de mirarnos a nosotros mismos sin complejos, sin miedo de vernos pequeños y sin temor de mostrarnos como somos.
Mientras Inodoro, cabello seco como paja, bigote ídem, ojos batracios, mejillas triangulares, cuerpo delgado y deforme, nariz inmensa, pies descalzos y dedos chuecos mira, sentado sobre una piedra, el atardecer en la inmensidad gaucha, le dice a Mendieta, que le pregunta porqué no se peina una frase que describe muy bien el humor del Negro Fontanarrosa: “no quiero que las mujeres piensen que soy sólo una cara bonita”.
sábado, 4 de julio de 2009
Nace El cuarto
El Gumi, el Ozo, el Sergio, el Steve y yo tuvimos la idea de crear un espacio en el que se reflexione sobre la imagen en general, decidimos llamar El cuarto a ese espacio, todavía está en sus pañales ontológicos, pero como tarea decidimos intentar definir esto que queremos que sea una plataforma para quienes no tienen dónde acudir para aprender - charlar - compartir - exponer - enfrentar o sólo ver imágenes. Acá mi intento:
DECLARACIÓN DE USO
¿Para qué sirve un cuarto?
Para comer/alimentarse
Para estar/vivir
Para yacer/morir
Para despertar/renacer
Para amar/crear
Para jugar/sentir
Para trabajar/producir
Para socializar/inducir
Para leer/compartir
Para ver/mirar/aprender a ver
Para comprender al otro con (por) sus diferencias
El cuarto es un sitio en el que me siento a gusto pues puedo dar a otros lo que sé sobre la foto, encuentro a amigos con los que puedo charlar sobre la última cámara que salió al mercado o sobre la última mina que el Gumi no se cogió, pero le hizo fotos lindas. Me siento sobre la cama a ver imágenes (fijas, en movimiento, en vivo, con audio o sin él, generadas por computadora o por manos artesanas, robadas a la realidad o a los sueños) y comparto mis inquietudes más íntimas con el que está frente mío, escucho sus intimidades y como no se parecen a las mías me quedan rondando el coco toda la noche.
El cuarto tiene mesita de noche y allí dejo las cosas que traigo de la calle, tiene ropero y allí dejo la ropa que me cubre, dejo las llaves de mis seguridades sobre la mesa, me quito los zapatos y camino descalzo, con miedos, pero sin tapujos, sin poses.
Desde ese cuartito azul (como diría el Sergio) llamo a tipos como los que vivimos aquí, apasionados como el Ozo, sencillos como el Imago o racionales como el Steve y les cuento de qué se trata, los invito a venir y quedarse, y quitarse los zapatos y a contarnos cómo piensan sus imágenes, y ni bien llegan llamo a los más chicos a escuchar, para que sepan que se puede, que no es difícil, y los más chicos no se sienten chicos, hablan de tú a tú con todos y eso me hace sentir chico y me gusta volver a sentir las cosas como antes, como hace mucho, como hace tantas capas de sociedad que ni me acordaba cómo era.
En ese espacio que también es virtual me puedo relajar y crecer un poco como pretexto mientras hago algo por los demás.
miércoles, 24 de junio de 2009
Galia Guillvera
El lunar del izquierdo
Hace 22 años nací en medio Altiplano. Un círculo de piel café, perfectamente distribuido desde mis clavículas hasta la base del estómago, causó una impresión de semiespanto en la doctora que atendía el parto. Pienso que sólo el tiempo demostró a la familia que aquel «defecto» era más bien un lunar de dimensión extraordinaria, y que sólo la costumbre podía lograr que se viera como la combinación perfecta con esta piel blanca y mis pezones rosados.
Antes de los diecinueve, un sueño me contó que los lunares son heridas que la intensidad del alma hace en la piel. Comprendí esa parte mía a partir de entonces.
Entendí que la intensidad tiene mucho de inocencia, la noche que amé a mi primer amante; incapaz de sentir igual al amanecer, sola, vi mi muy querida mancha reducida a la mitad. Recuperar el tamaño original de mi parche querido se hizo imposible. Así sé que el cuerpo es un traductor de nuestros demonios y ángeles internos, y que el miedo es el dueño de la fuerza.
Quiero que sepas una cosa; ahora te veo besando mis pezones y con detalle puedo ver tus dedos chuecos; te veo acariciando ese poco de intensidad que me queda en el seno izquierdo; veo cómo lo besas, cómo adoras tan pequeña sombra, herida en círculo café que el alma insiste en hacerme. Por otros, no sé si serías capaz de tolerarlo inmenso, ocupando la mitad de mi cuerpo, si lo amarías con la forma que teníamos antes de aquel primer dolor
Son los recuerdos de pena los que no me permiten encender mi alma para que de verdad la conozcas, y para hacerla capaz de quemar, con su fuerza, la buena parte de piel que le corresponde. No sé si permanecerías aquí después de verme como era: más completa, menos triste y más yo.
Galia Yaksic
El Coronado y otros cantos
Ediciones del hombrecito sentado
Colección Almendra
Sin dato de año (más o menos 1991)
La Paz.
domingo, 14 de junio de 2009
Yo, mi, me, conmigo
Trabajé algunos años en comunicación audiovisual y luego fui decantando mi forma de narrar hasta la imagen fija, desde esos días trabajo y pienso sobre la fotografía y el camino paralelo que decidí seguir fue el de la formación así que enseño lo que he ido aprendiendo en estos escasos años. Dirijo un programa de formación técnica que abraca fotografía, audiovisuales y diseño para jóvenes de muy pocos recursos económicos. Un día, unos amigos hicimos un periódico que llamamos Malbicho, duró dos años, perdimos plata, pero aprendimos a editar.
Ahora, un poco alejado de las lides en las que se juega todo en una nota, en la que una foto se consigue y no siempre se piensa, en las que a veces el reportero quiere ser más importante que el entrevistado; aquellas salas de redacción llenas de universos se han convertido para mi en una tarde en el parque con mis dos hijos. Sigo sintiendo la necesidad de mandar cosas (texto, foto, imágenes en movimiento) a los periódicos y revistas en mi país. El periodismo en Bolivia está empeorando: por la puerta de las redacciones entran jóvenes con ganas de contar y salen políticos. Por eso a veces lo que mando es pensado como digno de publicarse y me publican y otras…también, eso me preocupa y empuja a aprender más sobre cómo contar historias con herramientas actuales. Me gusta contar cosas, escribir y hacer fotos y así me imagino el resto de mis días.
miércoles, 20 de mayo de 2009
The Piano Man
Mientras hablamos, Sebastián Szyd no puede desprender la vista del piano que está a mis espaldas, ni bien hay una pausa en la conversación y con toda naturalidad se levanta y luego de mirar a todos lados se sienta y comienza a tocar; algunos de los comensales del pequeño salón se dan la vuelta y él pregunta si alguien tiene algún pedido musical. Me dice que estudió piano tanto tiempo que alguna vez tuvo el dilema para escoger entre una carrera como pianista o como fotógrafo, escogió la segunda y ahora, casi 15 años después está seguro de que fue una buena decisión.
El trabajo de Szyd no es fácil de catalogar: puede ser un extenso ensayo fotográfico sobre nuestra América del sur; extenso pues ya abraca casi una década de trabajo y miles de imágenes, puede ser la búsqueda de retratar esa realidad compartida por quienes vivimos al sur, pero también puede ser un largo viaje dignificante a través de los ojos de uno de los más importantes fotógrafos de los primeros años de este siglo.
Los niños en las imágenes de Sebastián dicen mucho sobre su trabajo, sobre sus sueños, sobre su pobreza y dificultades, pero también dicen mucho sobre la dignidad de los niños y sobre la entereza a la hora de encarar sus cortas vidas.
La postura ética de Szyd se traduce en la sensibilidad con la que se acerca a quienes retrata, no es un extraño que roba fotos, es un asiduo visitante que convive con ellos. El sentido estético que ha desarrollado a lo largo de su carrera nos brinda imágenes que trasmiten sensaciones encontradas. La reflexión y la práctica de ambas posturas serán el temario sobre el que este fotógrafo argentino construirá un Taller sobre ensayo fotográfico que él ha denominado “miradas”. El taller está organizado por la Universidad Franz Tamayo y está abierto a quienes deseen desarrollar una visión propia sobre la construcción de la imagen.
Mientras sus manos siguen acariciando el piano le pregunto si tiene un cantante favorito y a tiempo de comenzar a tocar una conocida melodía me dice: Billy Joel.
lunes, 18 de mayo de 2009
18%
La escala de grises es cómo vemos las cosas cuando no hay luz natural. Por una condición fisiológica del ojo vemos así de noche sin otra luz que la de la luna. El ojo entiende que un objeto es negro cuando refleja menos del 4% de la luz que recibe y blanco como algo que refleja más del 86% de esa luz.
El 18% de gris es aquella zona de exposición fotográfica en la que se encuentran los tonos medios de la piel, de allí que en la escala de grises sea el porcentaje más buscado como referencia visual.
Para quienes hacemos fotografía esa búsqueda del 18% se convierte en una constante automática y como educadores deberíamos estar a la pesca de ese raro porcentaje que simboliza al ser humano, después de todo ese 18% representa cómo vemos a los demás.
La labor educativa se asemeja al proceso fotográfico: uno encuentra un sujeto y siente la necesidad de conocer su esencia, decide qué estrategia utilizar (cada situación fotográfica, así como cada sujeto son diferentes) y luego se debe procesar la información para convertirla en una sola imagen.
Como educadores tenemos el compromiso de encontrar la forma específica en que cada estudiante puede sacarle el mayor provecho a la formación que le damos. Ese 18% tendría que guiar nuestros pasos, los Maristas tienen una práctica pedagógica que se denomina pedagogía de la presencia y consiste en tomar muy en cuenta todas las subjetividades de los estudiantes a la hora de plantear el proceso de enseñanza aprendizaje, creo que es una buena manera de comenzar a buscar ese porcentaje.