viernes, 4 de febrero de 2011

Mimado es bigote


A Wilson Tancara le dicen “mimado”, nunca supe bien porqué, pues viene de una de las bandas de atracos y robo de vehículos más conocidas. El otro día me contó cómo un muchacho celoso le clavó en el culo la pequeña (y yo juraba inútil) navaja que tienen los cortaúñas. Mientras terminaba el baile con la novia del clavador ya fue pensando en su venganza: días más tarde, mimado, fue a la salida de colegio del celoso adolescente y lo agarró, lo amarró, lo subió a la parte trasera de su automóvil y lo llevó hasta donde el motor caliente lo pudo subir dentro del parque Tunari, el chiquillo lloraba y rogaba por su vida, y mimado conducía con la serenidad que siempre tiene al hablar, con esa tranquilidad que te intranquiliza pues con sus largos y difíciles 20 años ha visto más cosas que un chiquillo citadino de 40. Llegaron allí, a ese sitio que escogió por nada en particular y mimado le dio un par de bofetadas (más para que se calme que para dañarlo) y luego le quitó los zapatos y los calcetines, le dio en las plantas de los pies con un palo y le clavó pedazos de hojas de afeitar en ambas plantas, lo miró sin decirle nada y se fue, dejándole el largo camino de bajada con las manos atadas.

La madre y el abogado del clavador (ahora clavado) emitieron una orden según la cual Wilson tiene que estar, mínimo, a 100 metros de su víctima. Mimado pasa sus fines de semana en la cárcel en la que visita a su familia (es el único que quedó fuera) y dice que saca fuerzas para dejar para siempre ese mundo sólo con ver a su hija que va a cumplir 2 años. La palabra que usa para describir algo superlativo es única: una vez me trajo un Ipod para que le ayude a bajar su música y cuando le pregunté porqué había escogido esa marca, dijo “Mac es bigote”.