El periodismo narrativo para Jaime Iturri
La primera vez que charlé con Jaime Iturri nos enfrentamos con un plato de chicharrón (bien nomás) y un par de cervezas en el “Cochabamba”, ese clásico restaurante paceño a unas cuadras de la Pérez Velasco. Todavía era director de El Extra, periódico que él creó “para que la cholita tenga su periódico” hacía Iturri-Carri con Lorenzo y tenía un programa cerca de la medianoche en la tele.
Jimmy, alto y robusto, tiene una sonrisa sincera, una vasta experiencia como comunicador y una enorme biblioteca en la cabeza. Me acuerdo que en esa primera charla me contó, con una alusión a su estatura, cómo fue a nacer en México: “mis padres estaban de viaje, decidieron hacer un alto en el camino… y me hicieron a mí”, pero para Iturri La Paz es La Ciudad; es la que lo llama a recorrer sus calles en trufis y a pie. Es mágica, dice y la conoce más que bien.
Este incansable comunicador trabaja con una fundación que apoya el desarrollo de los pueblos en la amazonía boliviana, es lector empedernido, un activo periodista que nos desmenuza la información en la tele, es responsable de varias de las compilaciones de cuentos que ha publicado Alfaguara Bolivia, bolivarista hasta la pared del frente y dedicado padre de familia.
Mientras me arrellano en su despacho, él se quita la chompa y despacha al tiro un par de cosas de su oficina para dedicarme tiempo. Charlamos casi toda la mañana sobre el periodismo narrativo. Aquí una parte de esa charla:
Willy Rocabado: ¿Cuál es el origen del periodismo narrativo?
Jaime Iturri: Tal vez los primeros ejemplos incluyan a Defoe (en 1700), que narra la peste en Londres y sin cuyo relato no se podría saber cómo fue esa época. Si tú ves lo que son las crónicas y los reportajes vas a ver muchísimo trabajo literario; no en vano todos los grandes escritores latinoamericanos, desde Borges hasta Cortázar, pasando por José Martí y Roberto Arlt, han sido en algún momento de sus vidas periodistas y han escrito. Esto sucede por las grandes posibilidades que tiene el periodismo literario como forma de construcción, donde no interese solamente el qué se dice, sino cómo se lo dice. Para esto el periodismo ha tenido que recurrir permanentemente a prestarse armas, herramientas de trabajo, de la literatura. En Estados Unidos este uso se ha llamado nuevo periodismo pero, en realidad, en América Latina ya era un periodismo bastante practicado; si, por ejemplo, lees las crónicas de Gabriel García Márquez vas a encontrar muchísimos elementos de ese manejo.
WR: ¿Cuáles son esas herramientas?
JI: La creación de suspenso, es decir de picos de tensión (atención) que mantengan atrapado al lector. Como dice el Álex Grijelmo: todos los días, cuando llega el periódico a tu casa y estás tomando desayuno se origina una pelea entre la marraqueta y el periódico: sólo una noticia sensacionalmente escrita (y muy importante) le va ganar a tu necesidad vital de comerte la marraqueta. O lees el periódico o morfas la marraqueta, pero para hacer posible eso se necesita un trabajo minucioso sobre la palabra.
Otras herramientas son el uso de la descripción, el uso del diálogo, la estructura como un hilo conductor donde importa obviamente el principio e importa muchísimo el final. Éstas son estructuras sacadas del cuento y de la narrativa en general.
Entonces, si lees a Tom Wolfe ya tienes una idea del periodismo narrativo, si lees “A sangre fría” de Truman Capote tienes otra idea, si lees “La canción del verdugo” o “Los ejércitos de la noche” de Norman Mailer vas a tener otra idea de lo que es el periodismo narrativo.
Hay un trabajo de Tomás Eloy Martínez que tiene las premisas principales del periodismo narrativo
WR: ¿El que hizo para la Fundación para el Nuevo Periodismo…?
JI: Sí, ese trabajo es muy cortito, pero ahí están las ideas centrales de lo que es el periodismo narrativo, su idea, la idea central de nuestro compañero Martínez está en que sólo la literatura va salvar al periodismo escrito.
WR: ¿Cómo se encara una nota de periodismo narrativo, operativamente hablando? Es decir ¿todas las notas pueden comenzar con una entrada en vez de con un lead?
JI: Yo creo que es un problema de combinación. En un periódico no puedes tener sólo notas de periodismo narrativo, necesitas también notas de pirámide invertida cuyo surgimiento tiene que ver con: una técnica para poder recortar y conforme la publicidad aumenta puedas capar párrafos y con un momento en que las comunicaciones se hacían pues se perdía mucho de la información. En medio de todo eso la pirámide invertida se convirtió en la reina absoluta. Sin embargo hoy la pirámide invertida ya no es suficiente para hacer sentir al lector que está dentro del hecho, hoy día con la televisión y la radio gratuitas, debemos redefinir lo que son los periódicos.
WR: Y ¿cómo hacemos que el periódico pueda brindar algo más de lo que pueden la televisión o la radio?
JI: No hay actitud más militante que sacar plata de tu bolsillo para comprar el periódico, todo lo demás es bla bla, pero cuando tú pones la bolsa ya ahí estás realmente metido. La única respuesta es que el periódico te va a dar en profundidad y en análisis lo que no te puede dar la televisión, es decir, mientras la televisión es un medio que ataca la sensibilidad de las personas, el periódico puede, además, atacar la razón, por eso un periódico es mucho más elaborado, tarda más tiempo, contiene mayor información. Ahora, tenemos que hacer que esta información sea lo más atractiva. En determinado momento los periodistas descubren algo que los literatos habían descubierto hace mucho: uno no solamente lee para informarse sino también para disfrutar, hay un placer en la lectura.
Tú puedes hacer una lectura sociológica de un texto y encontrar cómo ese texto, esa novela o cuento te describe esa sociedad o un momento de esa sociedad o de un grupo social, pero eso tiene que estar combinado porque sino podría ser, también, un panfleto que hace lo mismo con cierto gusto estético. Una vez más, aquí no importa solamente el qué; sino también el cómo.
WR: Sin embargo, para algunos sigue importando solamente el qué…
JI: Los formalistas rusos dicen que lo único que importa es el cómo, otros dicen que lo único que importa es el qué, pero yo creo que ambos son importantes, forma y contenido. El contenido va a delimitar la forma que vas a colocar, pero la forma puede destruir el contenido si es que no le das una forma adecuada. Determinadas informaciones se prestan para hacer una más amplia interpretación y para eso vas a requerir algo más que la pirámide invertida y vas a recurrir a los formatos básicos del género interpretativo: la crónica y el reportaje que tienen la ductilidad y la grandeza de permitirte narrar historias, comenzar con historias de vida cotidiana y hacer lo que hacen fundamentalmente los seres humanos desde hace 10.000 años pues no es cierto que el oficio más antiguo del mundo sea la prostitución, el oficio más antiguo del mundo es el nuestro, el de un viejito sentado frente al fuego contando y recontando ideas.
WR: ¿Por qué no se hace más periodismo narrativo en Bolivia?
JI: Porque requiere una mayor investigación. No es poner la grabadora nomás (como hacen los que cubren Palacio de Gobierno) y luego escribir “declaró”, “manifestó”, “agregó finalmente”. No, tienes que investigar más pero, el periodismo narrativo requiere, sobretodo, de un superior trabajo de la palabra: ya no estamos hablando sólo de una técnica sino de un arte. De quinto básico para arriba cualquier ser humano puede escribir una noticia en pirámide invertida, es una técnica muy sencilla. No es lo mismo hacer un reportaje porque presupone un conocimiento del leguaje superior y un manejo de la belleza. Así como no todo el mundo puede pintar un cuadro, no todo el mundo puede describir con palabras a, través de algo tan estrecho como es el lenguaje escrito (tan rico por un lado y tan estrecho por otro), una situación y ser capaz de crear imágenes en la mente de las personas para que puedan estar ahí, hacerte sentir que tú estás al interior de ese trabajo.
La charla no termina allí, pero creo que este resumen contiene su esencia. Luego, en la tarde, subo a Cota Cota para conocer su casa que está a la misma altura que la plaza Murillo, según me cuenta. Detrás de Jimmy, bajo las gradas con una mezcla de curiosidad y respeto a su biblioteca personal, de lejos, la más grande que he visto en mi vida: es un pequeño departamento en el que los llenos estantes (¡89 metros lineales llenos de libros!) fungen de paredes, tiene más volúmenes que la Universidad Católica en Tupuraya. Ya sé lo que pudieron sentir Hansel y Gretel cuando vieron la casa de chocolate. Luego de un tour, retomamos algo de la charla de la mañana, pero me despido antes de lo que quisiera, no quiero quitarle más del tiempo que le tiene prometido a su hija menor.