La capacidad que tiene Eduardo Scott-Moreno para hacer muchas cosas y hacerlas bien recuerda a las historias contadas sobre los hombres del renacimiento, época en la que un orfebre podía pintar una magnífica visión sobre la llegada de Venus o que un genial pintor y diseñador de armas trabajase en la corte de Ludovico Sforza como cocinero. Eduardo tiene ya un lugar en la literatura nacional y no sólo por haber sido el único que ha ganado dos veces el premio nacional del novela, sino, y sobre todo porque ya cuenta con una obra consistente, inteligente, narrativamente bien estructurada y con una atención a los detalles que habla de un exigente esteta.
Pero más allá del escritor están el administrador de empresas y el abogado, que han logrado carreras académicas que incluyen postgrados y docencia en ambas áreas del conocimiento; con ambas carreras ha ejercido profesionalmente, pero además ha reflexionado y ayudado a construir corpus analíticos. Hace poco terminó su doctorado en Epistemología con un trabajo sobre Ludwig Wittgenstein, cuyo Tractatus Logicus-Philosophicus normalmente está entre los libros que más a mano tiene en su atiborrada biblioteca-estudio.
Sin embargo Eduardo tiene otra carrera, una menos pública y más exigente, una que no quiere terminar y que le demanda cada vez más esfuerzo y dolor. Scott-Moreno es un consumado corredor de largas distancias (alguna vez ha llegado a correr 60 kilómetros sin parar) que entrena disciplinadamente cuando, como ahora, no lo aqueja una recurrente lesión. El maestro del periodismo boliviano, Juan Carlos Gumucio, decía que había que desconfiar de los textos de escritores que hacen jogging, se refería despectivamente tanto a la literatura como a la carrera light, a aquellos que no les importa tanto el resultado sino la vanidosa actitud de ser vistos publicados o corriendo mientras que la obra de Scott-Moreno es profunda y compleja y su actitud hacia el entrenamiento deportivo raya lo obsesivo.
Hace poco el recordista boliviano, corredor olímpico, e incansable pensador de temas culturales y deportivos, Fadrique Iglesias, que publicó un artículo que comentaba el último libro del japonés Haruki Murakami (Kioto, 1949): De qué hablo cuando hablo de correr, en el que decía que “Murakami, que viene sonando estos años como posible premio Nobel, en su libro abunda sobre las similitudes que percibe cuando se concibe como novelista y cuando lo hace como atleta aficionado: la soledad y su enfrentamiento (o disfrute). Condición necesaria (según él) para triunfar en estos dos modelos, vinculando a éstos, a su vez, el concepto de disciplina”
Scott-Moreno es disciplinado en todas sus carreras, tanto en las académicas como en las que hace bajo cualquier temperatura y sobre pistas sintéticas, playas israelitas o circuitos urbanos y no es difícil pensarlo sentado frente a su pequeño escritorio dentro de su alejándrica biblioteca durante horas con la única compañía (y goce) de su soledad, revisando minuciosamente cada palabra, diseñando con precisión arquitectónica la estructura de sus relatos, creando personajes tridimensionales capaces de cuestionar nuestras propias decisiones, re-inventando la realidad desde temas universales y completamente actuales, dándole un fino humor irónico a sus personajes y componiendo con meticulosidad la musicalidad siempre presente en sus textos.
Entre los proyectos que Scott-Moreno está por encarar se encuentran una novela, de la que dice haber avanzado cerca del 30%, un volumen de poesía que no sabe si va a publicar y un volumen con ocho cuentos que el siguiente mes debería salir a las librerías, asegura que no sabe si volverá a escribir novela, que piensa que podría haber terminado con ese género, pero no con la escritura, tiene ya preparada una obra sobre la formación del conocimiento humano, pero para mencionar proyectos de grandes dimensiones está gestando la creación de un diccionario físico-filosófico: “cuando uno revisa las grandes ediciones de los diccionarios de filosofía uno ve que faltan elementos importantes que son relativos a la física contemporánea” dice.