Juan Carlos Tola, es conocido, por sus compañeros de trabajo como “El Chino”, sin embargo, y como se verá a continuación deberá ser conocido como “El Maestro” “El Capo” o algo así.
Cerca de Santiváñez, donde se encuentra la idea, a medias ejecutada, de un parque industrial para el valle cochabambino, están algunas de las granjas que la avícola IMBA tiene en este valle de lágrimas. En la granja Kantuta se crían los pollos a partir de su día 36, mismos que luego serán comidos por seres insensibles y de mal gusto.
El Chino es el responsable de cuidar tanto la granja como los pollos que allí se crían y tanto él como sus pollos viven ajenos a cualquier ajetreo citadino o convención social: mientras que las aves se amontonan en cientos y viven en una misma temperatura todos los días de su vida, Juan Carlos es quien vela por esa temperatura, luego termina su labor y se va a casa como todos (es un decir) donde es atendido con esmero por sus dos mujeres y sus tres hijos, dos con la primera y “oficial” y la menor de sus hijas con su segunda mujer, hermana menor de la primera.