A principios del 2016, algunos docentes decidimos abrir un club de
ciclismo para motivar a estudiantes, docentes y administrativos de la Cato a
pedalear como respuesta a la pregunta ¿qué hago para ayudar a cuidar el medio
ambiente? Aporté con el nombre (UCBici) y definitivamente ha cambiado mi
percepción sobre la movilidad urbana sostenible. Generalmente, desde la
academia se piensa, se analiza, se describe, se concluye y se explican los
problemas de la sociedad y eso es vital para avanzar, pero en el caso del
medioambiente, más allá de las respuestas académicas, cuenta cada paso que se
dé, por muy pequeño que parezca.
Los estudiantes de Ingeniería Mecatrónica dieron pasos gigantes en movilidad urbana sostenible con el Catomóvil Solar, un vehículo híbrido que funciona con la energía de las piernas del conductor y con baterías de Litio, recargables con el astro rey. El domingo 20 de noviembre de 2016 el Catomóvil Solar ganó el primer Grand Prix Solar que se organizó en Cochabamba y que contó con la presencia de vehículos de todo el país en varias categorías. Fue una verdadera fiesta: imagine por un segundo, amable lector, las calles transitadas por vehículos que no emiten contaminación alguna, ¡ni siquiera auditiva!, el aire limpio, sin emisiones tóxicas ni el ensordecedor ruido del tráfico convencional, calles llenas de conductores que en vez de liberar su estrés gritándole a todo lo que se le atraviese, lo liberan pedaleando.
Debido a que encontré en la bicicleta una manera de asumir mi responsabilidad con el medio ambiente, los estudiantes de Ingeniería Mecatrónica me invitaron a formar parte del proyecto como segundo piloto y fue una experiencia fantástica. Hay una frase que dice que los docentes aprenden de sus estudiantes y a veces se dice de memoria, pero si algo tengo que agradecer a los constructores del Catomóvil Solar fue todo el aprendizaje que me brindaron. José Luis Dorado, docente de Mecatrónica, le puso el pecho a las balas, fue el responsable del proyecto y con la sabiduría que lo caracteriza, dejó en manos de los estudiantes toda su ejecución.
El diseño y la construcción estuvieron acompañados todo el tiempo por dos expertos, que además, son personas generosas, entregadas a su trabajo y amenas: Gerardo Moscoso y Enrique Flores, que se encargaron de supervisar a los estudiantes, mientras que la capitana del equipo, Anita Amaya, se enfrentó a la burocracia y motivó a todos a seguir adelante.
Natalia Quiroga, Junior Gonzales, Mauricio Oroza, Nicolás Morón, Sergio Rosales, Daniel Rivero y Benjamín Villegas trabajaron en el diseño, la construcción y el mantenimiento del vehículo y literalmente dejaron de dormir varias noches, con un compromiso ejemplar, para dejar el auto listo y durante la competencia estuvieron solícitos para solucionar los pequeños inconvenientes que sucedieron.
Párrafo aparte para Javier Gastelú, pues no solo formó parte del equipo de constructores, consiguió partes para el vehículo que parecían inexistentes y acompañó toda la manufactura, sino que además fue el primer piloto y el que más distancia recorrió. A él, mi admiración.
Los estudiantes de Ingeniería Mecatrónica dieron pasos gigantes en movilidad urbana sostenible con el Catomóvil Solar, un vehículo híbrido que funciona con la energía de las piernas del conductor y con baterías de Litio, recargables con el astro rey. El domingo 20 de noviembre de 2016 el Catomóvil Solar ganó el primer Grand Prix Solar que se organizó en Cochabamba y que contó con la presencia de vehículos de todo el país en varias categorías. Fue una verdadera fiesta: imagine por un segundo, amable lector, las calles transitadas por vehículos que no emiten contaminación alguna, ¡ni siquiera auditiva!, el aire limpio, sin emisiones tóxicas ni el ensordecedor ruido del tráfico convencional, calles llenas de conductores que en vez de liberar su estrés gritándole a todo lo que se le atraviese, lo liberan pedaleando.
Debido a que encontré en la bicicleta una manera de asumir mi responsabilidad con el medio ambiente, los estudiantes de Ingeniería Mecatrónica me invitaron a formar parte del proyecto como segundo piloto y fue una experiencia fantástica. Hay una frase que dice que los docentes aprenden de sus estudiantes y a veces se dice de memoria, pero si algo tengo que agradecer a los constructores del Catomóvil Solar fue todo el aprendizaje que me brindaron. José Luis Dorado, docente de Mecatrónica, le puso el pecho a las balas, fue el responsable del proyecto y con la sabiduría que lo caracteriza, dejó en manos de los estudiantes toda su ejecución.
El diseño y la construcción estuvieron acompañados todo el tiempo por dos expertos, que además, son personas generosas, entregadas a su trabajo y amenas: Gerardo Moscoso y Enrique Flores, que se encargaron de supervisar a los estudiantes, mientras que la capitana del equipo, Anita Amaya, se enfrentó a la burocracia y motivó a todos a seguir adelante.
Natalia Quiroga, Junior Gonzales, Mauricio Oroza, Nicolás Morón, Sergio Rosales, Daniel Rivero y Benjamín Villegas trabajaron en el diseño, la construcción y el mantenimiento del vehículo y literalmente dejaron de dormir varias noches, con un compromiso ejemplar, para dejar el auto listo y durante la competencia estuvieron solícitos para solucionar los pequeños inconvenientes que sucedieron.
Párrafo aparte para Javier Gastelú, pues no solo formó parte del equipo de constructores, consiguió partes para el vehículo que parecían inexistentes y acompañó toda la manufactura, sino que además fue el primer piloto y el que más distancia recorrió. A él, mi admiración.
El equipo completo en la llegada, el piloto cuarentón soy yo |
Gracias a todas esas increíbles personas que me dieron la oportunidad de ser parte del futuro del transporte urbano y que me enseñaron el nuevo rol de la academia.
(Publicado en Opinión el 25/11/16)
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