Señor Dostor:
Radek Sánchez Moreau
Juez 1 de instrucción en lo técnico musical
Juzgado internacional
El interfecto, lejos de perfecto y cerca de prefecto Willy Rocabado Aüe (alias Roco, alias el orejas, alias el tracapechos, alias el fotógrafo de pueblo, alias el barbas chocas, et al) DECLARA:
Que luego de hacer cálculos y recálculos y estableciendo que su persona, o sea mi persona, que es la persona de todos iba a incurrir en gastos por sobre su encima de su presupuesto intentando comprar luces en Estados Unidos de Norteamérica, desestimó la importación del país mencionado de un equipo de flaches de estudio y más bien dedicose a estipular la mejor manera de traerlos de la vecina república urguaya de
Luego de esos cálculos iniciales, usía, el interfecto llegó al aeropuerto de Ezeiza y procedió a tomar un Manuel Tienda de León que dejolo a dos cuadras de Retiro desde donde procedió a llamar al cómplice Sebastián Szyd (alias el Sebas, alias el yogui, alias el vegetariano, alias el fotógrafo de pueblos americanos) y luego de una hora y media de confusión entre la terminal de subte Retiro y la estación de Retiro ambos sujetos se encontraron y fueron en un automóvil (perdón por la risa, señoría) del cómplice hasta la casa de un tercer implicado de nombre Blás (alias el Blacho, alias el parrillero urbano, alias el videasta del INCAA, alias el amante de Spinetta) donde los implicados se sirvieron unas carnes al calor de cervezas de varias marcas, vinos variados y un dúo de guitarra y voz luego de lo cual los perpetradores se dirigieron de forma motorizada al domicilio del cómplice Szyd en Charlone al 1366.
Otrosí: con el paso de las horas el imperfecto se sentía más a gusto en esa ciudad, pero la sorpresa, usía fue al día siguiente cuando ambos antisociales (porque nunca salen en las páginas sociales de los diarios) se dirigieron por muto propio a la mítica panadería “La espiga” de aquellos franceses donde el interfecto fue seducido irremediablemente por las medialunas y los panecillos rellenos con chocolate, aquellos rellenos de crema pastelera y pasas y sobre todo por las focaccias con aceitunas negras y verdes y donde el implicado compraría desayuno todos los demás días sin excepción alguna el resto de su estadía, la sorpresa, decía usía, fue que a tres cuadras de la casa del cómplice, mi persona vio una masa de materia grasa con forma de hombre de cabellos peinados hacia atrás y bigote espeso enfrascado en el encendido de una parrilla en un pequeño restaurante de carnes, mi persona tenía en sus propias vistas nada más y nada menos que a ¡José Rodríguez!, alias el lleva putas a Música Esperanza, alias el tufo a trago todos los días, alias el llevo la camiseta de Música Esperanza. No fue saludado, pero a lo largo del resto de las mañanas fue visto siempre en la misma ocupación.
El implicado principal fue de compras y luego de una ardua búsqueda de flaches en el microcentro encontraron ambos los ideales para el presupuesto que tenía el implicado y procedieron a entrar a la tienda de cúbito femoral (la tienda era muy pequeña) y luego de tomar un taxi que les costó como la mitad de una bolsa escrotal llegaron al domicilio particular del implicado 2 Szyd.
Habiendo cumplido con las necesidades básicas por las que el implicado realizara el periplo ambos se dedicaron a buscar lugares para aprovechar una de las ciudades más hermosas del mundo para realizar sesiones fotográficas con modelos lugareños, más ante la falta de ellos el interfecto utilizó a quién será denominado cómplice 3: Alan Jalife, alias vaca, alias yo quiero ser modelo, alias el hard worker, alias el impuntual Jalife, alias el justitooooooooooooooooooo, (Exhibo prueba 1).
El nuevo trío se reunía con frecuencia diaria, mientras los implicados 1 y 2 se dedicaban a perpetrar instalaciones de museos, muestras de fotos como las de Werner Bischoff o la de Juan Travnik, tiendas de libros y discos y de lugares poco frecuentados por el turista vulgar, luego de reunidos los tres procedían a hacer fotos con el cómplice 3 que los trasportaba en una movilidad menos llamativa que el Peugeot 404 de Szyd. En la prueba 2 se puede apreciar la fauna creciente en el automóvil del cómplice.
Hasta allí, usía, todo era como siempre, es decir crímenes menores que no merecen ninguna pena dura, pero de pronto llegó el fatídico sábado 12 de diciembre cuando el trío se dirigía a realizar una sesión de fotos nocturna en las inmediaciones de Recoleta cuando a Szyd (a quien se debe acusar, sin duda alguna señor juez, como autor intelectual del crimen) obliga a Jalife a virar a la izquierda en una esquina y luego de recorrer algunas calles nos obliga a detenernos. Mientras entrábamos al lugar del encuentro yo reconozco los nervios y mientras Szyd lograba que mi persona entre acompañado de una escolta al teatro donde iba a perpetrar el crimen Szyd me dice, estás entrando como fotógrafo de prensa, hacés dos canciones y eshos luego te sacan. Hice dos canciones, lo juro, usía y por los nervios no pude pensar en nada más mientras las hacía, casi al término de ambas canciones se me acerca el cómplice Szyd y mientras me toma del brazo me lleva al otro lado del teatro en el que ya se encontraba Jalife sentado y me dice: disfrutá loco, un regalo de la ciudad de Buenos Aires. Fue así señoría que me senté y durante algunas canciones literalmente lloré de la emoción. Exhibo pruebas 3 y 4.
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