viernes, 4 de febrero de 2011

Mimado es bigote


A Wilson Tancara le dicen “mimado”, nunca supe bien porqué, pues viene de una de las bandas de atracos y robo de vehículos más conocidas. El otro día me contó cómo un muchacho celoso le clavó en el culo la pequeña (y yo juraba inútil) navaja que tienen los cortaúñas. Mientras terminaba el baile con la novia del clavador ya fue pensando en su venganza: días más tarde, mimado, fue a la salida de colegio del celoso adolescente y lo agarró, lo amarró, lo subió a la parte trasera de su automóvil y lo llevó hasta donde el motor caliente lo pudo subir dentro del parque Tunari, el chiquillo lloraba y rogaba por su vida, y mimado conducía con la serenidad que siempre tiene al hablar, con esa tranquilidad que te intranquiliza pues con sus largos y difíciles 20 años ha visto más cosas que un chiquillo citadino de 40. Llegaron allí, a ese sitio que escogió por nada en particular y mimado le dio un par de bofetadas (más para que se calme que para dañarlo) y luego le quitó los zapatos y los calcetines, le dio en las plantas de los pies con un palo y le clavó pedazos de hojas de afeitar en ambas plantas, lo miró sin decirle nada y se fue, dejándole el largo camino de bajada con las manos atadas.

La madre y el abogado del clavador (ahora clavado) emitieron una orden según la cual Wilson tiene que estar, mínimo, a 100 metros de su víctima. Mimado pasa sus fines de semana en la cárcel en la que visita a su familia (es el único que quedó fuera) y dice que saca fuerzas para dejar para siempre ese mundo sólo con ver a su hija que va a cumplir 2 años. La palabra que usa para describir algo superlativo es única: una vez me trajo un Ipod para que le ayude a bajar su música y cuando le pregunté porqué había escogido esa marca, dijo “Mac es bigote”.

jueves, 20 de enero de 2011

El Chino nunca perdió el control


Juan Carlos Tola, es conocido, por sus compañeros de trabajo como “El Chino”, sin embargo, y como se verá a continuación deberá ser conocido como “El Maestro” “El Capo” o algo así.

Cerca de Santiváñez, donde se encuentra la idea, a medias ejecutada, de un parque industrial para el valle cochabambino, están algunas de las granjas que la avícola IMBA tiene en este valle de lágrimas. En la granja Kantuta se crían los pollos a partir de su día 36, mismos que luego serán comidos por seres insensibles y de mal gusto.

El Chino es el responsable de cuidar tanto la granja como los pollos que allí se crían y tanto él como sus pollos viven ajenos a cualquier ajetreo citadino o convención social: mientras que las aves se amontonan en cientos y viven en una misma temperatura todos los días de su vida, Juan Carlos es quien vela por esa temperatura, luego termina su labor y se va a casa como todos (es un decir) donde es atendido con esmero por sus dos mujeres y sus tres hijos, dos con la primera y “oficial” y la menor de sus hijas con su segunda mujer, hermana menor de la primera.

Dice que no tienen celos una de otra y que viven en perfecta armonía “ayuda que no tengo suegra”. Sabias palabras.

jueves, 6 de enero de 2011

Manuel


Se llama Manuel, es conductor, es dominicano y su pasión, como la de muchos allá, es el baseball. Manuel era el responsable de llevarnos y traernos de y hasta el hotel. Como siempre sucede cuando grupos de personas se encuentran todo el día, cada quien asume que los sitios en los que se sienta son inamovibles, así que decidí sentarme al lado de Manuel quien me explicó (o por lo menos lo intentó vehementemente) los números que salen en la parte baja de la pantalla cuando a un jugador le toca su turno al bate, Manuel me fue aclarando promedios de bateo, cómo se van eliminando los equipos que juegan las Grandes ligas, procesos de selección de jugadores, entre otro asuntos tan densos para mi como la explicación del gato de Schrödinger.
Manuel fue una incomparable compañía dentro y fuera del bus, pues tuve la suerte de ser elegido para acompañarle en un almuerzo que hizo que los buffets del hotel de 5 estrellas en los que nos alojó la organización se vean (y saboreen) pobres. Manuel nos llevó a una especie de mercado popular de comidas en el medio de Santo Domingo donde el arroz blanco y los porotos bayos estaban en todos los puestos, probamos un poco de todo: un montón de bichos de mar, carnes de chancho, de res y de pollo (al que no le tengo mucho cariño, pero debo reconocer que estaba buenísimo). Todo barato, todo rico, todo hecho con ese buen humor típico del Caribe. Salud, con ron blanco puro a Manuel: siempre con un chiste en la boca y un sombrero blanco a mano.